Con las protestas de Gezi, Turquía ha “salido del armario”

09/12/2013 - 1:00 pm

Por Dogan Tiliç

Ankara, 9 dic (EFE).- Las protestas sociales de Turquía este verano no sólo forjaron un frente ciudadano laico contra el Gobierno islamista del partido AKP, sino que también dieron por primera vez en este país voz de pleno derecho a los activistas por los derechos de gays y lesbianas.

Durante las protestas en torno al parque Gezi de Estambul, la bandera del arcoiris ondeaba en las barricadas junto a las de socialistas, nacionalistas, kurdos, feministas y alevíes.

De hecho, la tradicional marcha del 28 de junio, celebrada en Estambul desde hace 11 años, fue mayor que nunca este año: unas 15 mil personas de toda condición, edad e inclinación desfilaron en medio de las protestas, entre risas, bailes, con los activistas transexuales luciendo orgullosos escotes.

Este espíritu se mantiene vivo en la precampaña para las elecciones municipales de marzo próximo: el activista gay Can Cavusoglu se presenta como candidato a alcalde de la ciudad de Bulancak (nordeste) y la transexual Öykü Özen hace lo propio en Osmangazi, en la provincia occidental de Bursa.

El gesto del independiente Cavusoglu puede quedarse en un brindis al sol, pero Özen está en las listas del principal grupo opositor, el socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo (CHP), que tiene buenas cartas en esta región de Turquía.

En los comicios nacionales de 2011, Özen intentó postularse como candidata a diputada con el CHP, pero entonces no pasó los filtros.

Ahora, el presidente del partido, Kemal Kiliçdaroglu, ha prometido al movimiento de gays, lesbianas y transexuales dar espacio a activistas suyos en las listas de concejales de importantes ciudades.

La apertura de la sociedad hacia estos colectivos se produce como reacción contra lo que muchos turcos perciben como una imposición de valores religiosos desde el partido en el poder, el islamista Justicia y Desarrollo (AKP), y sus consignas a favor de un estilo de vida más conservador.

La homosexualidad es legal en Turquía desde hace siglo y medio, pero hasta hace poco era un gran tabú social.

“Pese a luchar contra las corrientes de supremacía islámica, los estamentos políticos laicos de Turquía adoptaron la misma postura homófoba que las religiones”, explicó a Efe Ali Erol, presidente de KaosGL, la asociación de homosexuales y transexuales más influyente de Turquía.

Erol destacó que “también en las comunidades religiosas turcas existen homosexuales. Aunque primero se encuentran ante un dilema, muchos se sienten en paz siendo a la vez musulmanes y gays”.

Lo corrobora la activista lesbiana Nevin Öztop en conversación con Efe: “pensar que la esfera religiosa está cerrada para nosotros o no puede coexistir con la homosexualidad sólo nos hace sentirnos estrujadas entre dos extremos”.

Pero, según el psiquiatra Selcul Candansayar, de la Universidad Gazi de Ankara, la mayoría de los gays turcos abandona la religión o bien oculta su condición homosexual hasta el punto de convertirse en asexuales.

Un reciente estudio de la Facultad de Teología de la Universidad de Ankara dirigido por Ferdi Kiraç reflejó que la mayoría de los hombres homosexuales cree que la religión prohíbe vivir sus inclinaciones sexuales y que, a mayor religiosidad, menor probabilidad de vivir una experiencia sexual.

Aunque un 51 por ciento de los homosexuales que se consideran creyentes pensaban que Dios no les iba a castigar por su actividad sexual, todavía el 44 por ciento sí espera algún castigo, una convicción “destructiva” para su personalidad, según Kiraç.

La respuesta social ante los homosexuales varía enormemente según la región del país.

Si bien es fácil encontrar en Estambul barrios con bares de ambiente y centros culturales dedicados al colectivo homosexual, así como cierta cultura “trans” visible en la calle, muchos homosexuales en las zonas más conservadoras se exponen al riesgo de ser asesinados por sus propios familiares.

Uno de estos asesinatos, el de Ahmet Yildiz, ocurrido en 2008, sigue impune hasta hoy y ha inspirado el premiado filme turco ‘Zenne Dancer’.

Pero ya el hecho de que la Facultad de Teología aceptara un estudio como el de Kiraç muestra que los aires en el país eurasiático han cambiado, y el debate en las elecciones municipales de marzo hará ondear aún más alta la bandera del arcoiris en Turquía. EFE

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